Sunday, March 05, 2006

Hacker

Blanca Elena Paz





Nunca nos hemos visto y sabemos que jamás podremos mirarnos a los ojos, que las manos del uno no sentirán el calor de las del otro, que no tiene paisaje ni dimensiones el espacio de nuestras citas.


Me asusta confesar el dolor de ignorar tu rostro, al que revisto de todos los rasgos que voy encontrando en mis insomnios, he ensayado tantos colores en tus ojos y luego he reemplazado los matices por otros que aún no han sido mezclados.


Sé que tu tez es diferente en cada momento del día. A veces el amanecer me la muestra cuando cambia de negra a nívea, en las tardes de otoño es canela y cuando cae la noche se transforma en dorada.


Puedo adivinar, tu voz acentuada cuando modula palabras que no me dirás nunca al oído, tus latidos que no se confundirán con los míos.


Sólo quisiera definir tu edad para saber si debo dejar de borrar tu ausencia de mi cama, de inventar tu sudor y nuestros gemidos de placer entre las sábanas, de morderte los labios mientras tus dedos imaginados enredan mis cabellos.


¿Debo abrir mi alma para que las campañitas que allí tañen queden liberadas al silencio? ¿Convenceré al espejo de que esa que sonríe debo continuar siendo yo con todos mis años y mi carga de dudas?


Espero, con más temor que a la muerte, el día que decidas accionar un botón para que nuestro espacio me arrebate eternamente tu nombre.

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